
Me encanta hablar, se podría decir que es una de mis "pasiones" si no fuera tan común, y desde que tengo memoria he tenido problemas en la escuela por eso. "Su hija es muy lista, pero se la pasa hablando", "Su hija prefiere platicar antes que hacer el trabajo", "Su hija distrae a sus compañeros porque no hace más que hablar" Blá, blá, blá. Estas eran solo algunas de las quejas que mi madre recibió desde el kinder hasta ahora, y siempre que pasaba, ella me decía que debía concentrarme más. Como es de esperarse, nunca le hice caso. Ni una vez. Comunicarme era más importante cualquier otra cosa. Por eso, cuando descubrí ese aparatito con el que podía hablar con personas que estaban muy lejos (en un principio mis abuelos, luego todos mis "amiguis" de la escuela) fui la chica más feliz del mundo. Imaginense que pasó cuando aparecieron los celulares. ¡O-M-G! ¡Obvio quería uno! Y tardé varios años en convencer a mis papás de que estaba en la edad para tener uno, y no me importo mucho que mi primer celular fuera un tabique azul (ni si quiera al ver las Blackberry que mis amigos solían traer). Ahora que crecí, y que mi celular es más que un apartito de moda, es mi "bebé", y me doy cuenta que inclusive estos bebes sacan mucha lana. Al principio, papá me cargaba dinero cada mes, entraba a internet y bajaba tonitos monos. Ahora que se supone "crecí", escogí mi propio celular, y prometí hacerme cargo de el, todo es diferente. El dinero que me dan mensualmente suele desaparecer en menos de lo que canta un gallo (ese es otro de mis problemas, las compras, pero ya hablaremos de eso luego) y casi nunca tengo saldo por lo mismo; las visitas interminables a internet desde mi celular terminaron, porque resulta que tienes que tener quien sabe que plan o si no en menos de un segundo todo tu dinero esta perdido por querer ver el nuevo video de Ke$ha en Utube. Pero a pesar de que sabemos que es mucho gasto, seguimos, y seguimos, y seguimos inviertiendo neustro tiempo en los celulares. Hoy, por ejemplo, una amiga olvido su celular y se sentía incomunicada, inmusicalizada e infotogenizada. (si, me invente esas palabras) Casí le da un ataque de nervios a la pobre. Pero que le vamos a hacer, todo sea por el bien de la comunicación.
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